Si no cambian las prácticas y políticas públicas, la masa de basura plástica mal gestionada en el mundo se duplicará hasta llegar a 121 millones de toneladas por año en 2050, según estima un estudio publicado en Science. El artículo también evalúa el impacto potencial de medidas a nivel global, como las contempladas por el futuro tratado global de las Naciones Unidas sobre la contaminación plástica, que inicia su última sesión de negociaciones a finales de este mes.
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Ethel Eljarrat
Directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC)
Sin duda, este trabajo es de gran interés, sobre todo ahora que nos encontramos a las puertas de la quinta sesión de negociaciones internacionales para concretar un primer tratado mundial para luchar contra la contaminación por plásticos, en Busan (Corea del Sur).
El estudio evalúa el impacto de las ocho propuestas incluidas en el borrador del tratado de la ONU para la reducción de los residuos plásticos, identificando aquellas que realmente aportarían mejoras considerables a la situación actual. Y, como siempre decimos, el problema del plástico no debe abordarse desde una única perspectiva, sino que deben combinarse varias medidas conjuntas. Precisamente este estudio también evalúa los logros que se obtendrían con la combinación de diferentes medidas. Según este estudio, una buena solución sería combinar:
- El límite de producción de plástico virgen a los niveles del año 2020.
- Un elevado impuesto sobre el consumo de envases.
- Un mandato de contenido reciclado mínimo del 40 %.
- Una inversión de 50 billones de dólares en la gestión de residuos.
Por lo tanto, es evidente que [la propuesta del] grupo de países en el que se engloban los productores de plástico, [que] se centra en fortalecer el reciclado sin establecer un tope en la producción, no sería la estrategia correcta. Es evidente que el límite de producción de plástico virgen debe ser sin duda la primera medida a tomar en el tratado mundial. Lo que se debería decidir ahora en Busan es qué tope se establece.
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Carmen Morales
Profesora contratada en la Universidad de Cádiz
El trabajo se enfoca en la basura ‘mal gestionada’, aquella basura que no llega ni al vertedero, ni es incinerada ni reciclada. En este contexto, las predicciones de los autores muestran que, si la situación actual continúa como hasta ahora, sin nuevas intervenciones, para el año 2050 los residuos plásticos no gestionados se duplicarán. Los autores modelan diferentes opciones normativas centradas en minimizar los residuos plásticos mal gestionados, concluyendo que la combinación de cuatro medidas puede llevar a importantes reducciones de este tipo de residuos y estas son: establecer un límite a la producción de plástico virgen, imponer un impuesto a los envases, aumentar el porcentaje de reciclado e invertir en la gestión de residuos.
Los autores reconocen que estas soluciones se enfocan en un componente de la problemática, y que para que además haya reducciones en los gases de efecto invernadero, las medidas deben ser preventivas, tomarse más hacia el origen o upstream. Hay que tener en cuenta que los impactos de la basura plástica se generan no solo al final de la vida de un producto, sino a lo largo de toda su vida y la de sus precursores. Por ello, para que en las próximas semanas consigamos un Tratado Global sobre la Contaminación por Plásticos realmente efectivo, necesitamos medidas ambiciosas, no solo en lo que se refieren a la generación y gestión de residuos, sino a medidas preventivas que enfrenten la triple crisis planetaria: crisis climática, contaminación y pérdida de biodiversidad.
El momento es ahora, del 25 de noviembre al 1 de diciembre en Busan (Corea del Sur), en la quinta (y última) sesión de negociación para elaborar un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre la contaminación por plásticos, incluido el medio marino. Nuestra responsabilidad es no desaprovechar esta oportunidad de generar esa herramienta de gestión clave para nuestro bienestar y el de todo nuestro planeta.
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Olga Pantos
Responsable científica del Instituto de Ciencias e Investigación Medioambientales (Nueva Zelanda)
El artículo se centra en el papel de las políticas públicas para reducir la masa de residuos mal gestionados y demuestra que algunas de las políticas propuestas reducirán eficazmente tanto los niveles de basura mal gestionada como los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero asociados a ella. Esto es ciertamente alentador, sin embargo, los otros destinos al final de la vida útil de los plásticos son inmensos, y cada vez mayores. También suponen un impacto significativo para el medio ambiente y la salud humana, y lo más importante e impactante que podemos hacer es reducir significativamente nuestro uso de plásticos y mejorar la seguridad y sostenibilidad de los plásticos que son esenciales.
El daño que los plásticos pueden causar tanto a los seres humanos como al medio ambiente se produce a lo largo de todo su ciclo de vida, no solo al final de la misma, una vez que un artículo ha cumplido su función, y desde luego no solo si se ha gestionado mal. Es importante recordar que cada trozo de plástico que rechazamos o no introducimos voluntariamente en nuestras vidas reduce el daño, remontando hasta el punto en que los combustibles fósiles se extraen de la tierra para fabricar el polímero plástico. Al hacerlo también se reduce la necesidad de todas las demás sustancias químicas utilizadas en la producción de plástico (de las que se sabe que aproximadamente 4.000 tienen efectos negativos para la salud humana), se reducen las emisiones del transporte y se elimina el riesgo de que el plástico o el artículo de plástico se convierta en contaminación en su largo viaje desde la fábrica hasta la puerta de su casa.
Esta reducción de la producción y el uso de plásticos también conlleva una reducción de la formación y liberación de nano y microplásticos, que constituyen una contaminación plástica mal gestionada que puede producirse durante la fabricación, el uso y al final de la vida útil, tanto por una eliminación gestionada como por una eliminación mal gestionada. Esta forma de contaminación por plásticos está omnipresente en todos los entornos naturales analizados, en nuestros alimentos, el agua y el aire, y cada vez se identifica más en los tejidos humanos.
Nos enfrentamos a una triple crisis planetaria: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. El plástico es uno de los principales causantes y amplificadores de las tres. Es esencial lograr un tratado ambicioso y eficaz, basado en pruebas científicamente sólidas, para garantizar un futuro seguro y sostenible a las generaciones venideras.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Modelización
Samuel Pottinger et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
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